martes, 4 de enero de 2011

El dolor que no duele

Odio el dolor. Me parece una putada. Cada vez que me ronda, huyo de él como un poseso. Y lo curioso es que lo soporto bien. Yo diría que extraordinariamente bien. Entonces, ¿por qué tanta repulsión hacia algo que soportas bien?
Yo creo que lo que odio del dolor es su intrínseca maldad, más que el daño que normalmente hace. Me molesta su sola existencia. En realidad, sólo lo acepto cuando me previene de algo.
Pero, ¿de qué me previene el dolor que provoca la muerte de un ser querido? Podría pensar que ese dolor me recuerda la oportunidad que se ha ido de hacer cosas que no hice con aquella persona en vida. Es decir, me previene de no cometer el mismo error con otro ser querido que aún vive. Es posible que así sea, pero, entonces, ¿de qué me previene el dolor que genera la ausencia continuada de un ser querido que ya no está entre nosotros? No lo sé.
Creo que lo mejor es aprender a no sentir dolor. Me refiero al dolor no físico, al emocional. Y si no es posible dejar de sentirlo del todo, tratar de minimizarlo. Y es que veo muchas personas que se dejan seducir por el dolor, lo buscan y cuando lo encuentran se quejan. Yo me quejo de su existencia, de su forma de ser, no de su compañía. Y aún así, no lo busco jamás.
Pero, ¿cómo se minimiza el dolor emocional, el del corazón? En mi caso, relativizando las cosas, perdiendo el apego a las cosas materiales, viviendo el presente, aceptando que el futuro no existe. A mi me funciona, aunque tengo que mejorarlo.

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