jueves, 6 de enero de 2011

Reyes Mayores

- "Las dos. Ya deben haber llegado". Voy al salón y estaba como lo habíamos dejado: zapatillas huérfanas, un plato con pan y una copa de anís.
- "Las tres. Ahora sí". Pero tampoco. Sólo las zapatillas, el pan y el anís.
La visita se repitió inútilmente un par de veces, hasta que el sueño me venció. Y entonces, al despertar, ya eran las ocho.
- "¡Mamá, papá! Llegaron, llegaron los Reyes. Id al salón".
- "¿De verdad?. Ahora vamos, hijo".
Faltaba el pan y el anís, pero, a cambio, todo el salón estaba inundado de regalos. Y llegaron los padres. Y mostraron su enorme alegría.
Hoy pienso en aquellos Reyes Magos que retrasaban su visita a mi casa hasta casi el amanecer. A los que, a pesar de intentarlo, nunca pude ver, ni tan siquiera oír. De ahí su magia.
Y hoy los tengo delante, mayores y un poco cansados. Guardan en su interior los secretos y los recuerdos de aquellas noches sigilosas. A veces, sonríen. Saben que me hicieron tan feliz y no me piden nada a cambio. No importa. Yo estoy en deuda con ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario