sábado, 12 de febrero de 2011

El animal gigante

Hace muchos años, unos señores eran dueños de unas pequeñas propiedades. Para protegerlas, decidieron utilizar un animal. Aunque era un cachorro, dado que las propiedades también eran pequeñas, el animal no tenía problema para cumplir con su misión. Con el paso del tiempo, el número de propietarios fue aumentando y el tamaño de sus propiedades también. Entonces, los señores decidieron dar más comida al animal para que creciese y pudiera seguir protegiéndoles. Y el animal creció mucho y se hizo gigante. Y los señores empezaron a notar que, en ocasiones, les desobedecía. Pero ellos tenían que seguir dándole de comer porque estaban seguros de que lo necesitaban.
Un día, aquel animal gigante empezó a dar órdenes a sus dueños. Al principio, algunos de ellos no le hicieron caso y el animal los atacó cruelmente. Fue entonces cuando todos vieron que lo más prudente era obedecer al animal, que se había convertido en el nuevo dueño. Lo cierto es que habían creado un monstruo y ahora le tenían miedo.
Pero no todos los propietarios estaban asustados, ni contrariados. A algunos les había venido bien que el animal creciese tanto, porque le fabricaban su comida, le curaban sus heridas, ... Estos propietarios se esforzaban en convencer al resto de que era importante que el animal tuviese aquel tamaño, pues les protegería mejor. Además, sus órdenes iban encaminadas hacia su bienestar. Los propietarios que estaban atemorizados no se atrevían ni siquiera a discutir con estos otros propietarios satisfechos.
En la mayoría de países había pasado lo mismo. También sobrealimentaron e hicieron crecer a los animales que les protegían y ahora tenían el mismo problema. Sin embargo, en un momento de la historia hubo unos señores que se rebelaron contra aquella fuerza animal. Cogieron un barco y cruzaron el océano y se hicieron propietarios de unas nuevas tierras. También utilizaron un animal para protegerlas, pero para que no les pasase lo mismo, le daban poco de comer. De esta forma, les ayudaba a protegerse, pero no crecía y nunca se convirtió en un gigante que les diese órdenes. Hoy, en esos países, las gentes están muy preocupadas de que el animal cumpla con su misión, pero que no crezca, porque quieren sentirse libres y no depender de él. Asimismo, hubo otros países que, viendo que el animal era tan grande y poderoso, decidieron entregarle todas las propiedades y que él fuera su dueño, las protegiese y las gestionase. Muchos de esos países hoy ya no existen porque, al final, los antiguos propietarios no aguantaron aquella tiranía del gigante animal y, entre todos, acabaron con él.
- "¿Lo has entendido o es muy complicado?", le dije a mi sobrino.
- "Lo he entendido. Pero, ¿de verdad que existe ese animal tan grande?", me contestó él.
- "Sí, querido sobrino. Claro que existe. Ese animal es el Estado".

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