sábado, 30 de julio de 2011

Equilibrio dinámico

En el mundo de la ciencia y más particularmente en el de la Química, es habitual hablar del "equilibrio dinámico". Más o menos, viene a ser un estado en el que se están produciendo simultáneamente dos procesos reversibles. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando el aire que rodea a un cubo de agua está saturado (no puede absorber más humedad). En esa situación, no es que el agua del cubo deje de evaporarse, sino que por cada molécula que se evapora y sale del agua, otra del aire se condensa y entra en el agua. Así, externamente, parece que el agua ha dejado de evaporarse, pues su volumen permanece constante, cuando lo cierto es que la evaporación sigue produciéndose simultáneamente a la condensación del vapor en el aire.
Desde que supe de ello, siempre he pensado que nuestro mundo, el de los seres humanos, está en equilibrio dinámico. Si consideramos toda la población mundial, podríamos razonar que por cada persona "mala" hay otra "buena" que lo compensa. Muchos dirán que esto no es así, que hay más malos que buenos o al revés. Bien. Si eso es cierto, yo diría que las "acciones" de unas personas malas/buenas se compensan con las "acciones" de otras buenas/malas, manteniéndose el equilibrio dinámico, definido de esta otra forma.
Pero lo interesante es descender a un nivel menor. Pasar de la que ocurre en la población mundial a lo que sucede en un sistema más pequeño, por ejemplo en una pareja. ¿Existe el equilibrio dinámico en la pareja?
Utilizando el nuevo lenguaje de la Administración española, suele suceder que el cónyuge A y el cónyuge B que forman una pareja tienen cosas o comportamientos comunes y otros totalmente dispares. Los comportamientos comunes no provocan intercambios (no hay oposición, no hay dos procesos reversibles, son uno solo) y, por tanto, no tiene sentido hablar de equilibrio dinámico. Es, pues, en los comportamientos, ideas y formas de ser diferentes donde cabe plantearse si existe equilibrio dinámico entre los cónyuges.
Normalmente, nos quejamos de aquellas cosas que nuestra pareja hace habitualmente y que no encajan dentro de nuestro modelo de comportamiento o forma de ser. Realmente, desearíamos que cambiara de hábitos y que se comportara o hiciera lo que yo hago. Que pensase y le gustase lo que a mí me gusta. En fin, que fuera como yo. Pero, ¿de verdad sería bueno que eso fuese así?:
- "¿Vamos a dar un paseo?"
- "Sí"
- "¿Te gustó la película?"
- "Sí"
- ...
"Sí", "sí", "si" y siempre "sí"... ¿Es eso lo que queremos? Entonces, ¿qué queremos? Yo, personalmente, quiero que haya equilibrio dinámico.

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